La reforma llevada a cabo busca adecuar este magnífico edificio, después de muchos años de abandono, a las nuevas necesidades de uso definidas por el Ayuntamiento de la ciudad, y que buscan convertir la antigua cafetería en un centro de exposiciones y reuniones. Al mismo tiempo, junto al cambio de uso se ha producido otro cambio de la mayor importancia con la reciente peatonalización del paseo del Espolón. Esta transformación del paseo ha eliminado la antigua vía rodada que discurría junto a la fachada norte del edificio y hacia la que éste enfrentaba todos los espacios de servicio –cocinas, almacenes, aseos, etc.- configurándose así una fachada trasera hacia el Espolón, frente a la fachada principal del edificio que se abría hacia el parque. Tras la peatonalización del paseo el edificio ha pasado de tener una condición de borde a adquirir una nueva posición de centralidad dentro del más amplio conjunto de espacios de recreo que posee la ciudad. Es a esta nueva situación de centralidad a la que se pretende dar respuesta haciendo del Espacio Alameda un elemento de conexión entre el paseo del Espolón y el parque de la Dehesa.

Paralelamente a estas actuaciones, la intervención planteada interviene, asimismo, en la zona exterior vinculada al edificio. La actuación en la antigua pista de baile busca mejorar la funcionalidad de este espacio. Al eliminar la mayor parte de pavimentos de hormigón  existentes, sustituyéndolos por una zona verde en la cota superior y por un pavimento de madera en la cota inferior, las gradas del teatro aparecen ahora destacadas del entorno, delimitando al mismo tiempo un espacio más amplio resultante de unificar los distintos niveles previamente existentes.

El antiguo edificio de la cafetería Alameda fue proyectado en 1957 por los arquitectos zaragozanos Ramón y José Romero Aguirre y supuso, tras los años de la posguerra civil, el reencuentro de Soria con la arquitectura moderna en un ejercicio que tiene en el neoplasticismo de entreguerras a su principal referente.  El edificio tuvo, asimismo, una amplia intervención en el año 1980 a cargo de los arquitectos Francisco de Gracia, Francisco Javier Ceña y José Francisco Yusta, realizada desde el respeto y el entendimiento del edificio original.