Este proyecto fue seleccionado entre más de 3.500 participantes como finalista del concurso internacional para la construcción del nuevo Museo Egipcio en el Cairo. El emplazamiento del complejo museístico junto a las pirámides de Giza suponía un desafío para hacer coexistir un volumen tan grande como el requerido en el programa – más de 100.000 m2 destinados a la edificación principal- junto a uno de los principales hitos arquitectónicos de la humanidad. Era necesario proyectar un edificio que estableciese un diálogo con las pirámides de Giza sin caer en el pastiche historicista y atendiendo a las particularidades propias de su emplazamiento y de su programa.
El edificio –una gran celosía apoyada en una estructura a base de paraguas independientes- se pega al suelo, levantándose lo mínimo para proteger con su sombra a la colección y a sus visitantes. En su desarrollo a lo largo de la gran planicie desértica el edificio va conformando una serie de patios en torno a los cuales se estructuran los recorridos expositivos. Cuando la planicie acaba bruscamente en un gran cortado, el museo salta al vacío y queda suspendido –en una pirámide invertida- creando un imponente espacio de acogida para los visitantes.
Arquitectos colaboradores: Eduardo de Pedro, Alejandro Mata.
Consultoría estructuras: Julio Martínez Calzón.
Consultoría instalaciones: María Luisa del Barrio, Cobra