En esta reforma se conservan los muros exteriores de la antigua vivienda que se desarrollaba únicamente en planta baja, elevándose la cubierta para permitir el aprovechamiento de una planta superior.
Las dos plantas del edificio se comunican interiormente a través una doble altura que tiene su reflejo en la cubierta mediante la apertura de un lucernario que ilumina la vivienda y en torno al que se disponen una biblioteca y distintos espacios para recoger la extensa colección de cerámicas, fósiles y objetos etnográficos que reunió Alberto Manrique.